El origen de las almonas se remonta al periodo andalusí, a finales del siglo XII, cuando los musulmanes construyeron las primitivas jabonerías, hasta que tres siglos más tarde Fernando III reconquistó Sevilla y la Reina Doña Juana se convirtió en la titular de esta creciente industria.
Los jabones fabricados en las Reales Almonas de Sevilla alcanzaron notable fama en el siglo XVI, tanto en Europa como en América y al provenir de aceites vegetales, en vez de grasas animales, podían utilizarse en la higiene personal. Fue así que los europeos se volvieron más limpios y empezaron a desaparecer las grandes pandemias.
Los jabones de calidad, fueron considerados durante mucho tiempo artículos de lujo, por su suavidad, hidratación y perfume.